Lloviendo está. Zapatos mojados, trajes enchalcados. El Pastor se alista para empezar la ceremonia. ¿Que celebramos? Se preguntaba el niño que estaba allí. Un velorio le contesto la madre. Mujeres lloraban y los hombres las consolaban. Mientras otros cantaban himnos al Señor. Todos parecian estar en un mismo sentir, o llorando o cantando pero todos estaban unidos. De repente llega la viuda, llena de paz y serenidad. Entró a la carpa donde todos estaban reunidos. Ella parecía estar tranquila, parecía esperar este día con ansias. Su marido había muerto y ella como si nada. Entró vestida de Rojo con un enorme sombrero Blanco. Todos la miraban con caras de asombro. Ella se despidió del cadáver y se dirigió hacia el auto, donde la esperaba un caballero muy misterioso. Este hombre era muy serio y llevaba un papel en la mano. Que extrañas personas, dijo el niño. Sí, contesto la madre. Que triste debe ser morir sin ser amado. ¿Sabía alguien a donde se dirigía la mujer y el caballero? Luego de terminado el velorio todos se marcharon de esa temible montaña. A lo lejos se oyó un grito y un sombrero que volaba.
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